11. Cuenta pendiente

“El sentimiento es mutuo” - pensé cuando vi sus ojos repletos de odio clavados en mí.

Avancé hacia la mesa con la sonrisa insolente que tanto me caracterizaba. Era mi arma más habitual (y estudiada), ya que era consciente que aumentaba mi atractivo con un aire de picardía y autoconfianza. Sin embargo, en esta ocasión, añadía el firme propósito de dejarle constancia de que no me alegraba de verle.

Había tenido el presentimiento de que os encontraría y así había sido. Allí estabais los dos, tomándoos una copa en aquel concurrido pub. Nada más veros, no me lo pensé ni un segundo y me acerqué. Quizá me envalentoné por el hecho de que, tras mucho tiempo sin verle, parecía que hubiera envejecido más de 5 años y engordado al menos 10 kilos (o viceversa). Es posible que mi profundo resentimiento hacia su persona exagerara sutilmente (sólo sutilmente) mi percepción de su deterioro físico… pero de lo que no cabía duda es de que los años se habían portado mejor conmigo.

Con cierta satisfacción tras la comparativa, quise desfilar por delante de su cara con aire triunfal y dejar patente que, al menos en ese aspecto, seguía llevándole ventaja. Las carcajadas (para mi gusto, sobreactuadas) que habían precedido a mi llegada, se esfumaron con mi presencia. Me senté con vosotros sin necesidad de invitación. En ese momento, tuve que hacer acopio de toda mi chulería para no derrumbarme con tu mirada de incredulidad, a la que dediqué tan poca atención que no pude (ni quise) saber si con ella querías matarme por aparecer allí o morirte tú por encontrarte en esa situación y no tener dónde meterte. Seguramente, serían ambas cosas, ya que por experiencia sabías que esos encuentros de los tres no solían acabar bien.


La punzada que me dio el corazón al estar de nuevo frente a ti, tras más de una semana sin verte y un sinfín de llamadas sin contestar, me corroboró que todavía no había reunido el valor para enfrentarme a nuestros asuntos. Me obligué a arrinconar rápidamente mis reproches de resentimiento (con toques de añoranza) hacia ti. Y como es más agradable (y sencillo) desquitarse de los resquemores del pasado que aceptar (y solventar) los propios errores del presente, centré todos mis esfuerzos en que tu acompañante deseara salir corriendo de allí.

4 comentarios:

Isa dijo...

esto se pone interesante....

elpive dijo...

he de felicitarte, me ha gustado mucho ;)

esther magar dijo...

Te paso la patata caliente, súper! A ver cómo sales de esta!!! jajaja

PD: Por un momento, pensé en iniciar el duelo... pero luego me lo pensé mejor. Lo dejo a tu gusto :P

Mar dijo...

chan chan! la patata caliente que va explotar de aquí a nada, o al menos eso espero.

PD: Fenomenal.