10. Ni contigo ni sin ti


Y al fin, delante de mí, decidió aparecer. Como si todo estuviera planeado para que me invadiese de nuevo y el objetivo primordial fuera clavar su bandera en mi corazón sin apenas darme cuenta. Decía que me echaba de menos, que todo había sido más complicado sin mi presencia. Mi actitud, por entonces reservada, se iba limando con cada halago suyo. No pude resistirme y decir que no a una petición de un inocente café.

Pero siempre le ha gustado ir deprisa, como si no hubiese mañana. Se dejaba llevar por los sentimientos del momento y su cabeza iba a su propio ritmo. ¿Recuerda cómo empezó todo? Se encariñó demasiado rápido, se dejó llevar a su manera, haciendo cosas que nadie haría por tal de sacar una sonrisa, por tal de hacerme ver que no había nadie igual. Era feliz disfrutando la vida así, haciendo más fácil la vida a los demás, según decía.

Esta vez, a pesar de sus intentos, yo seguía pensando en ti, en esa amistad a la que casi echó a perder por sus celos, por la que había empezado a sentir algo. En tan poco tiempo y como ya había hecho antes en el tiempo, había creado esa barrera invisible en la que los límites eran de su propiedad, así como sus ideales absurdos sobre lo que está bien y lo que está mal. Y a pesar de las imposiciones, estaba escrito el echarte de menos. Al fin y al cabo, me ayudaste mucho más que esa persona, que sólo te odiaba e intentaba separarte de mi camino por todos sus medios.

Pero también sería muy egoísta por mi parte no alabar sus cosas buenas y todos esos momentos en los que me hizo feliz. Claro que no hablaría muy bien a tus ojos por estar de nuevo a su sombra, aunque mi cabeza dijera que la situación era totalmente distinta.

Tomar una decisión sería hacer daño a alguien.

Debería elegir, pero ¿a quién?

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