17. Impulsos

Es más que evidente que la racionalidad no es un rasgo que defina mi personalidad. Me muevo por impulsos. Mis planteamientos suelen ser a corto plazo y actúo ciegamente de la manera que más me satisfaga en cada momento. Y en ese momento, necesito dar respuesta a mi tremenda curiosidad. Sólo quiero aclarar mis pensamientos, llenos de indicios confusos.

Así que cojo las llaves del coche y salgo en tu búsqueda. Deseo que hayas marchado hacia tu casa pues, a esas horas, mi cerebro ya no está para pensar muchas más posibilidades. Y quince minutos después, allí estoy, tocando al portal de tu casa. Tardas una eternidad en contestar. ¿No estás? ¿Ya duermes? Lo dudo, cuando te cabreas, lo primero que haces es meterte en la cama con los auriculares puestos y la música a todo volumen. ¡Mierda! ¿Y si estás pero no me oyes? Insisto, ametrallando tu timbre sin piedad, aunque sean ya las tantas de la noche. Sí, la persistencia y la desconsideración por la gente en general, son rasgos que se ajustan bastante más a mi naturaleza. Y, ¿sabes? Me suele ir bien. Contestas.

Me limito a decir: Soy yo.


Silencio


¡Me impacientas! Pero aprieto los puños y espero la respuesta o el cuelgue del telefonillo. Si cuelgas, ¡juro que te vuelvo a llamar! Supongo que lo sabes, así que…

Abres.

Subo las escaleras y al girar en el último tramo, te veo esperando en la puerta. Tu pelo despeinado intenta esconder a tu mirada desconcertada. Notó que estás temblando.

Creo que olvidé prepararme lo que se supone que quería decir… ¡Rápido! ¡Que alguien rompa este incómodo silencio!


- - ¿Tienes algo que decirme?

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