2. Dejarse llevar


No sabía muy bien cómo entender esa mirada, pero el impacto que hizo en mi interior no creo que lo olvide. Me hacía sentirme especial. Como si tú y yo fuéramos las únicas personas de este sitio. Y mi ego creciendo por momentos.

Las palabras surgían sin pensar, a veces con ese tono tan descarado que tanto te gustaba. Mientras hablabas, no podía dejar de mirarte a los labios. Yo y mis preguntas en mi cabeza. ¿Cómo sería el sabor de tus besos?. ¿Y el calor de tu cuerpo?. ¿Y tus ojos mirando los míos como si fuésemos algo más que amigos?

Después de varios minutos así, mi cabeza era un hervidero. Sólo tenía una cosa en la cabeza. Besarte. No tenía otra opción, no quería quedarme con la sensación de no haberlo intentado. Dejarme llevar sonaba demasiado bien.

En ese momento, mi mano en tu cintura. Un poco de timidez en tus gestos. Mi boca buscando la tuya. Cruce de miradas. Ese breve instante antes del primer beso. Tus labios. Tu lengua.

Repetías que eso no estaba bien. Yo también me hacía una idea. Quizás no era el momento. Quizás no deberíamos haber dado ese paso. Es más, tal vez nos deberíamos haber limitado a charlar como solíamos hacer.

Pero te deseaba. Igual que tú a mí. Otro beso más y adiós remordimientos.

Arrepentirse no estaba escrito en nuestro destino.

Dejarse llevar suena demasiado bien. Demasiado bien.

1 comentario:

Mar dijo...

Esto va tomando forma, me gusta me gusta!! ^^

Seguid asi!