23. Mi noche sin ti

Sin esperarlo, oigo las palabras que siempre he deseado. Mi cabeza queda bloqueada pero mi cuerpo es sabio y actúa por inercia. Sé que es lo correcto. Esto es el cambio que necesitaba. Hoy es el primer día del resto de mi vida. Voy a tomar las riendas. Voy a ser feliz.

Son muchos años buscándolo, como quien no quiere la cosa, casi en secreto, avergonzándome por tener aspiraciones tan altas. La mayoría de personas que me conocen, seguramente piensen que no me lo merezco. Incluso yo lo pensé más de una vez. Reconozco que tengo mil defectos, pero también yo necesito una oportunidad. Y al fin, alguien ha sabido valorar lo bueno que hay en mí.

Nunca pensé que sería así, justo ahora. Pero creo que es lo mejor que me podía suceder. Tarde o temprano tenía que pasar y, en el fondo, quizá este sea el momento más oportuno. Me dejaré llevar, como siempre. Así será todo más sencillo. No he de plantearme qué es lo que realmente quiero ahora, eso lo estropearía todo. Haré lo que se espera de mí, sin más. Es hora de pasar a la acción. El tiempo dirá si esta vez acerté. Tal vez no resulte. Puede incluso que sea incapaz de estar a la altura de las circunstancias. Pero el miedo no debe detenerme. Por fin tengo lo que siempre soñé y no puedo dejarlo escapar…

Sin embargo, ¿por qué soy incapaz de sentir alegría?

Quizá sea porque ésta noche estoy sin ti y nos separan casi diez mil kilómetros de distancia. La cabeza me va a explotar. No sé si por el jet lag o por los remordimientos. No paro de recordar el momento de la llamada a las cinco de la madrugada. Tú ya dormías mientras yo permanecía en vela, con el corazón palpitando descontrolado a causa de esa nueva sensación que en mí habías despertado. De repente, oí mi móvil y salí corriendo a contestar para que no despertaras. Al otro lado, mi jefe decía:

¡Lo hemos conseguido! ¡El proyecto es tuyo! No hay tiempo que perder. Hay un billete a tu nombre rumbo a California y tu avión sale dentro de 5 horas. Haz las maletas corriendo, te espero en el aeropuerto. Hemos conseguido algo muy grande, muy grande…

Recogí mis cosas deprisa. Por un instante, me quedé mirándote. Estuve a punto de despertarte y contarte la mejor noticia de mi vida. Pero, por una vez, actúe con sensatez y me fui sin mirar atrás. Perdona que ni siquiera me despidiera, pero me temo que si hubiera pasado diez segundos más frente a ti, hubiera sido capaz de echar por la borda el trabajo por el que había luchado todos estos años.

Sé que te irá mejor sin mí. Al fin y al cabo, yo sólo te daba problemas. Como tú decías, soy una cabra loca incapaz de sentar la cabeza. Ya ves, por fin voy a hacer algo con mi vida, algo que realmente vale la pena. Ojala, por fin, te enorgullezcas de mí. En cambio, yo a ti siempre te he admirado, más que a nadie ¿lo sabías? Quizás no. Nunca me atreví a decirte todo lo que significabas para mí. Me harás mucha falta. Tendré que aprender a vivir sin ti.

Tal vez, logre convertirme en una mejor persona, como tú siempre quisiste. Así mereceré realmente que alguien como tú forme parte de mi vida. Y quizá el futuro vuelva a jugar en mi favor y cruce nuestros caminos de nuevo.

Quién sabe si para entonces, ya no existan excusas para volver a pasar mi noche sin ti.

No hay comentarios: